“Escribir” Charles Juliet
Es bastante difícil poder englobar o
darle una definición inamovible a la palabra “Escribir”. Carga con un peso que
representa la historia de la humanidad moderna como la conocemos. Un origen que
fascina al presente. Escribir es un acto alquímico que transgrede la realidad porque
la resignifica. Sartre en su ensayo “¿Qué es la literatura?” dice que al
momento de escribir, las palabras son recipientes que guardan un vasto concepto
y múltiples significados. Es ahí donde la palabra reside en la constante
transformación de significados que el autor y los lectores le dan, o la esencia
alquímica de transformar un elemento en otro distinto, una especie de magia
universal.
A pesar de que haya un temor de
darle una definición al acto de escribir, no significa que nadie haya intentado
definirle; Baudelaire encontraba en la palabra el acto poético y místico, el
duende habitando en la naturaleza y en el pensamiento, el aislamiento como
aliciente primordial en la existencia del poeta. Por eso él abogaba por un acto
de escritura solitario en los bosques y en el constante movimiento del caminar
para poder obtener las iluminaciones otorgadas por la poesía.
Michel Butor habla de la poesía
escrita como un acto alquímico y cuántico (de nuevo la idea de alquimia) que no
encierra del todo los significados y permite una constante transformación de la
palabra a pesar de estar escrita; esencia diferente a la novela, por ejemplo. Barthes, por otro lado, en “El placer del
texto” habla de la escritura como el Kamasutra de la palabra, el disfrutar o
más bien el desbordamiento de ideas que construye una manera erotizada de ver
esta estructura histórica.
Todo esto, todas estas concepciones
resumidas dan paso a una de las maneras de definir la escritura más bellas, no
siendo la única, por supuesto, manifestada por el escritor Charles Juliet con
su poema “Escribir”.
Antes de continuar con la traducción del poema,
es imperativo mencionar la importancia de la poesía para poder enunciar al
mundo y los conceptos tan abstractos y complejos como la palabra y la
escritura. Absolutamente nada es estático y al escribir congelamos la realidad
hasta que queda estancada como lo plantea Liliana Weinberg en “Pensar el
ensayo”, sin embargo, se puede ir contra este estatuto, el caos de la poesía es
un intentar, siempre hay que intentar transformar porque de ahí salen los
neologismos que ayudan a moldear el mundo con la imaginación humanística que es
el verdadero milagro de la existencia del ser humano, así como tocar la fibra
sensible de los demás y llegar a un entender casi universal de las sensaciones.
Escribir. Escribir para obedecer la
necesidad que me habita.
Escribir para aprender a escribir.
Aprender a enunciar.
Escribir para librarse del miedo.
Escribir para no vivir en la
ignorancia.
Escribir para vendar mis heridas.
Para no quedar prisionero de lo que fracturó mi infancia.
Escribir para recorrerme, para descubrirme.
Para revelarme a mí mismo.
Escribir para arrancar la ira hacia mí
mismo. Para aprender a amarme.
Escribir para superar mis
inhibiciones, abrirme paso entre mis barreras.
Escribir para desenterrar mi voz.
Escribir para clarificarme, ordenar
mi interior y unificarme.
Escribir para depurar mis ojos de
aquello que condicionaba mi visión.
Escribir para dominar lo que me ha
sido dado.
Escribir para suscitar esta mutación
que me hará nacer una segunda vez.
Escribir para volverme consciente de
lo que soy y de lo que enfrento.
Escribir para intentar ver más allá
de lo que mi mirada ve ahora.
Escribir para ser mejor.
Escribir para atender la pulsión
moral que me habita.
Escribir para encontrar – además de
la lucidez adquirida- una ingenuidad, espontaneidad y transparencia.
Escribir para afinar y agudizar mi
percepción.
Escribir para saborear lo que tengo.
Para obtener la miel de lo que me rodea.
Escribir para ampliar mi espacio
interior. Poder moverme allí con mayor libertad.
Escribir para crear la luz que
necesito.
Escribir para inventarme, crearme,
hacerme existir.
Escribir para sustraer instantes de
la vida frente a la erosión del tiempo.
Escribir para fluir. Para aprender a
morir en el término de cada instante. Para hacer que la muerte se transforme en
una compañía de todos los días.
Escribir para darle un sentido a mi
vida. Para evitar que sea una tierra sin cultivar.
Escribir para afirmar ciertos valores
y no dejarlos a merced de una sociedad enferma.
Escribir para estar menos solo. Para
poder hablar a mis semejantes. Para buscar palabras que muevan rincones íntimos
en su interior. Palabras que tal vez revelen algo de ellos mismos. De poder ayudarles
a conocerse y a encontrar su camino.
Escribir para vivir mejor. Para
participar mejor en la vida. Para amar mejor.
Escribir para poder recibir los
instantes de felicidad donde el tiempo se rompe y en donde se puedan sumergir
en la fuente universal, a acceder al intemporal, al imperecedero: sin-límite.
Felicidades Mar, gracias por estás palabras tan sensatas, que alimentan el alma. Muy bella tu intro, qué sea un año de mucha inspiración. Abrazo 🐳✨
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